martes, 26 de abril de 2011

Un mensaje de Juan Pablo II a Cursillos

"Durante el gran Jubileo del 2000 el papa Juan Pablo II recibió a los participantes de la Ultreya Mundial e hizo un bello discurso. Este es parte de ese discurso al movimiento. Que las palabras de Juan Pablo II, el Grande, sigan resonando y sean ejemplo para todos para los próximos cursillos... ¡a precursillar!, ¡a misionar!, ¡a mostrar el rostro de Cristo a nuestro prójimo! ¡Ultreya! El lo quiere".

Pamela Barrientos


Este es el documento:

*La diaconía de la verdad:
Queridos hermanos y hermanas, sed testigos intrépidos del «servicio a la verdad» y trabajad sin descanso con la «fuerza de la comunión». Apoyándoos en vuestras ricas experiencias espirituales, que son un tesoro, aceptad el «desafío» que nuestro tiempo plantea a la nueva evangelización, y dadle sin miedo vuestra respuesta. Frente a una cultura que, con mucha frecuencia, niega la existencia misma de una verdad objetiva de valor universal y que a menudo se pierde en las «arenas movedizas» del nihilismo (cf. «Fides et ratio», 5), los fieles deben saber indicar claramente que Cristo es el camino, la verdad y la vida (cf. Jn 14, 6). A vosotros, que le habéis abierto generosamente vuestro corazón, Jesús os pide que anunciéis incansablemente su nombre a quienes aún no lo conocen. Os llama a su servicio, al servicio de su verdad, la verdad que nos hace libres. Cuanto más transparente sea esta «diaconía de la verdad» en vuestra vida diaria, tanto más convincente será. Como os recuerda una oración que se reza mucho en el movimiento de los Cursillos, «Cristo no tiene manos; sólo tiene nuestras manos para cambiar el mundo actual. Cristo no tiene pies; sólo tiene nuestros pies para llevar al mundo hacia él. Cristo no tiene labios; sólo tiene nuestros labios para hablar a los hombres».

*Fidelidad al Magisterio y comunión eclesial:
Este es vuestro apostolado. Llevadlo a cabo en constante sintonía eclesial, para que así se manifieste la «fuerza de la comunión» que es a la vez el estilo y el contenido mismo de la misión del pueblo de Dios. Frente a las diversas formas de individualismo, que fragmenta y dispersa la capacidad y los recursos evangelizadores, aunad vuestros esfuerzos misioneros a los de las múltiples agrupaciones eclesiales suscitadas por el Espíritu en la Iglesia de nuestro tiempo. Esforzaos para que resalte de nuevo la belleza de las primeras comunidades cristianas, que hacían decir con admiración a los paganos: «¡Mirad cómo se aman!». Y sed siempre dóciles a las indicaciones del Magisterio. En efecto, ningún carisma dispensa de la referencia y de la sumisión a los pastores de la Iglesia, cuyo discernimiento es garantía de fidelidad al carisma mismo. Que la actual celebración jubilar suscite en todos vosotros una renovada fidelidad a vuestra inspiración original y una más firme comunión eclesial.

*La verdadera felicidad en el seguimiento del Señor:
«De colores, de colores se visten los campos en la primavera. De colores, de colores son los pajaritos que vienen de fuera. De colores, de colores es el arco iris que vemos lucir...». Durante los días del cursillo, las palabras de esta canción popular española ayudan a los participantes a reflexionar sobre la belleza multiforme de la creación. Encontrándoos con Cristo, habéis aprendido a mirar con ojos nuevos a las personas y a la naturaleza, a los acontecimientos cotidianos y a la vida en general. Habéis experimentado que la verdadera felicidad se logra en el seguimiento del Señor. Esta experiencia personal y comunitaria debe ser transmitida a los otros. Muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo, que por desgracia se alejan de Dios, esperan de vosotros la luz de la fe que les ayude a redescubrir los colores de la existencia y de la alegría de sentirse amados de Dios. «¡Ánimo! ¡Ultreya! ¡Adelante!», os repite hoy el Sucesor de Pedro. Contemplad a María, ejemplo de fidelidad indefectible a Dios, y, como ella, en todas las circunstancias poned vuestra confianza en Dios, Padre de misericordia, que mantiene vuestros pasos por el camino de la verdad y del amor.




Juan Pablo II mantiene la misma línea que Pablo VI. Reconoce Cursillos y ratifica el campo de apostolado concreto al que pertenece la finalidad del Carisma del Movimiento, según fueron inspirados en su inicio:
"Evangelizar los ambientes en el tercer milenio cristiano: un desafío para los Cursillos de Cristiandad".
(Roma. III Ultreya Mundial. 29 de Julio de 2000).

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