jueves, 20 de julio de 2006

Un mensaje de Juan Pablo II al Cursillo


Durante el gran Jubileo del 2000 el papa Juan Pablo II recibió a los participantes de la Ultreya Mundial e hizo un bello discurso. Este es parte de ese discurso al movimiento. Que las palabras de Juan Pablo II, el Grande, sigan resonando y sean ejemplo para todos para los próximos cursillos... ¡a precursillar!, ¡a misionar!, ¡a mostrar el rostro de Cristo a nuestro prójimo! ¡Ultreya! El lo quiere.

Este es el documento:

*La diaconía de la verdad:
Queridos hermanos y hermanas, sed testigos intrépidos del «servicio a la verdad» y trabajad sin descanso con la «fuerza de la comunión». Apoyándoos en vuestras ricas experiencias espirituales, que son un tesoro, aceptad el «desafío» que nuestro tiempo plantea a la nueva evangelización, y dadle sin miedo vuestra respuesta. Frente a una cultura que, con mucha frecuencia, niega la existencia misma de una verdad objetiva de valor universal y que a menudo se pierde en las «arenas movedizas» del nihilismo (cf. «Fides et ratio», 5), los fieles deben saber indicar claramente que Cristo es el camino, la verdad y la vida (cf. Jn 14, 6). A vosotros, que le habéis abierto generosamente vuestro corazón, Jesús os pide que anunciéis incansablemente su nombre a quienes aún no lo conocen. Os llama a su servicio, al servicio de su verdad, la verdad que nos hace libres. Cuanto más transparente sea esta «diaconía de la verdad» en vuestra vida diaria, tanto más convincente será. Como os recuerda una oración que se reza mucho en el movimiento de los Cursillos, «Cristo no tiene manos; sólo tiene nuestras manos para cambiar el mundo actual. Cristo no tiene pies; sólo tiene nuestros pies para llevar al mundo hacia él. Cristo no tiene labios; sólo tiene nuestros labios para hablar a los hombres».

*Fidelidad al Magisterio y comunión eclesial:
Este es vuestro apostolado. Llevadlo a cabo en constante sintonía eclesial, para que así se manifieste la «fuerza de la comunión» que es a la vez el estilo y el contenido mismo de la misión del pueblo de Dios. Frente a las diversas formas de individualismo, que fragmenta y dispersa la capacidad y los recursos evangelizadores, aunad vuestros esfuerzos misioneros a los de las múltiples agrupaciones eclesiales suscitadas por el Espíritu en la Iglesia de nuestro tiempo. Esforzaos para que resalte de nuevo la belleza de las primeras comunidades cristianas, que hacían decir con admiración a los paganos: «¡Mirad cómo se aman!». Y sed siempre dóciles a las indicaciones del Magisterio. En efecto, ningún carisma dispensa de la referencia y de la sumisión a los pastores de la Iglesia, cuyo discernimiento es garantía de fidelidad al carisma mismo. Que la actual celebración jubilar suscite en todos vosotros una renovada fidelidad a vuestra inspiración original y una más firme comunión eclesial.

*La verdadera felicidad en el seguimiento del Señor:
«De colores, de colores se visten los campos en la primavera. De colores, de colores son los pajaritos que vienen de fuera. De colores, de colores es el arco iris que vemos lucir...». Durante los días del cursillo, las palabras de esta canción popular española ayudan a los participantes a reflexionar sobre la belleza multiforme de la creación. Encontrándoos con Cristo, habéis aprendido a mirar con ojos nuevos a las personas y a la naturaleza, a los acontecimientos cotidianos y a la vida en general. Habéis experimentado que la verdadera felicidad se logra en el seguimiento del Señor. Esta experiencia personal y comunitaria debe ser transmitida a los otros. Muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo, que por desgracia se alejan de Dios, esperan de vosotros la luz de la fe que les ayude a redescubrir los colores de la existencia y de la alegría de sentirse amados de Dios. «¡Ánimo! ¡Ultreya! ¡Adelante!», os repite hoy el Sucesor de Pedro. Contemplad a María, ejemplo de fidelidad indefectible a Dios, y, como ella, en todas las circunstancias poned vuestra confianza en Dios, Padre de misericordia, que mantiene vuestros pasos por el camino de la verdad y del amor.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

NO HAY DUDA HERMANOS Y HERMANAS QUE LA EXPERIENCIA QUE HEMOS VIVIDO EN ESOS TRES DIAS MARAVILLOSOS, HA CAMBIADO RADICALMENTE NUESTRAS VIDAS, COMO DIJO JUAN PABLO II AHORA MIRAMOS LA VIDA CON OJOS DE COLORES, LOS MISMOS AMBIENTES, LA MISMA VIDA QUE ANTES ERA EN BLANCO Y NEGRO.
NO PODEMOS SER EGOISTAS Y QUEDARNOS CON ESTA VIVENCIA SOLO PARA NOSOTROS, ESTAMOS LLAMADOS A COMPARTIR CON OTROS HERMANOS ESTO TAN MARAVILLOSO, SIN EMBARGO ESTA MISION COMIENZA EN CASA, FERMENTANDO DE EVANGELIO Y AMOR NUESTROS GRUPOS NATURALES, NUESTRAS COMUNIDADES Y NUESTRO MOVIMIENTO, PARA QUE NOS SIRVAN COMO PLATAFORMA PARA LANZARNOS A NUESTROS AMBIENTES, A EVANGELIZAR, A PRECURSILLAR PRINCIPALMENTE CON NUESTRO TESTIMONIO, PORQUE BIEN DICEN POR AHÍ QUE VALE MAS UN BUEN EJEMPLO QUE UN BUEN CONSEJO.

DE COLORES HERMANOS,

ULTREYA,
CON CRISTO TODO ES POSIBLE

Anónimo dijo...

Lindo el mensaje. En resumen, nuestra misión es ser apóstoles. No olvidemos esto y llevémoslo a la práctica.
DE COLORES,
Los saluda María José.

Anónimo dijo...

Es el momento de precursillar. Cómo no vamos a compartir con otros el bello mensaje que nos entregaron en esos hermosos días. Cristo nos invita a no ser egoístas y darlo a conocer también en la instancia de Cursillo así como también en otras circunstancias y siempre con el ejemplo. No tengamos miedo de invitar a quienes creemos son dignos de vivir el Cursillo. ¿Qué importa que esa persona ya esté unida a la Iglesia? El apostolado de los buenos también sirve. ¿Qué importa que esté alejado? Si sentimos que hay algo en el corazón de esa persona que lo puede hacer volver al redil, hay que precursillarlo. ¿Qué importa el dinero? La fe y la buena voluntad nos ayudará a compartir nuestra fe con los demás.
A abrir las ventanas, a sacudirnos el polvo. ¡Ultreya, amigos! y ¡a precursillar!