martes, 10 de abril de 2012

MARÍA LORETO, LA "MONJITA VERDADERA" DE LAGO RANCO

“Llevo casi 58 en la congregación como religiosa y nunca he tenido duda ni arrepentimiento de mi opción. Siento que el Señor ha estado ahí. He tenido momentos difíciles, pero siempre he sido feliz”.


Raquel Larraín Valenzuela cambió su vida radicalmente cuando tenía 17 años. De ser una niña de buena familia y con pololo, adoptó la decisión de entregarse al camino religioso, de “reparar”-como ella dice- lo que a sus ojos no estaba bien y hasta a cambiar su nombre, tal como lo exigía su congregación de los Sagrados Corazones. La ahora hermana María Loreto Larraín –nombre que adoptó- se dedica a reparar almas, a acompañar a los abandonados con alegría y a entregar sabios consejos y atinadas reflexiones para quienes la conocen en Lago Ranco, todo esto siempre acompañada de una sonrisa y afrontando las visicitudes de la vida con sencillez y paciencia.
Luego de vivir intensas experiencias pastorales en Santiago, Viña del Mar, Valparaíso e Iquique, fundando casas de misiones o grupos laicos –tal como el Movimiento de Cursillo de Cristiandad de Valparaíso y hace cuatro años, el de Lago Ranco- esta religiosa recaló en la comuna lacustre y sigue incansable.
Apenas llegó, los ranquinos la vieron con su hábito religioso y algunos dijeron “por fin llegó una monjita verdadera”, pues con los nuevos tiempos hay algunas congregaciones que permiten que sus religiosas no necesariamente lleven hábito y toca. Ella los mantuvo y en Lago Ranco es inconfundible si se la ve desde lejos.
En lo académico, la hermana María Loreto recibió una beca y estudió Sicología y Relaciones Humanas en el Instituto de Educación Católica de París, estudios que la han ayudado en su contacto diario con la gente. Después regresó a Chile y fue directora de varios colegios de su congregación, trabajo que la ha hecho conocida en el país a nivel de su congregación.
EN EL SUR
Actualmente, en Lago Ranco, en su servicio pastoral atiende y anima a las comunidades rurales de Quillín, Quillaico y Cayurruca donde acompaña a los enfermos y ancianos y asesora en lo espiritual a los cursillistas de Lago Ranco.
La hermana reconoce que cuando supo que la destinaban al sur llegó con incertidumbre, pero al poco tiempo sintió una especial acogida. “Me recibieron con mucho cariño y yo aproveché ese cariño… todo depende de la disposición con la que una llegue, tenemos que saber florecer donde Dios nos ha plantado, si Dios permitió que llegara acá, por algo fue”, expresó.
En sus seis años de relación con los ranquinos dice que le agrada la buena predisposición de la gente, pero le preocupan los profundos problemas de la comuna tales como el alcoholismo, la falta de trabajo y oportunidades para los jóvenes, quienes se van de Lago Ranco a buscar otros horizontes y la soledad de los ancianos que sufren el alejamiento de sus hijos.
Usualmente, la hermana María Loreto se dedica a caminar o bien hace dedo por los campos de la comuna. Cuando llega a una casa es casi siempre acogida con alegría y ella con un buen chiste y naturalidad se va ganando el corazón de la gente. Varios ranquinos campesinos que manejan por los caminos rurales la han encontrado haciendo dedo y en esos encuentros aprovecha de evangelizar en la conversación.
“Acá es fácil, yo voy caminando y saludo a todos, hasta tal punto que cuando voy a Santiago se me olvida y empiezo a saludar en la calle y me quedan mirando. Una se acostumbra”, se ríe la religiosa.

CONVIVENCIA
Lago Ranco es una comuna con muchos grupos mapuche y una presencia importante de cristianos evangélicos.
       La hermana María Loreto dice que hay mucha cercanía con los mapuches e indicó que “uno de los énfasis que tenemos es ayudarlos más y hemos invitado a matrimonios mapuches a que nos den charlas”.
Con los evangélicos también hay armonía con ciertas iglesias e incluso ha compartido espacios con pastores en ceremonias ecuménicas.
“Con la mayoría hay buen trato y cuando vamos a misionar, nos invitan a almorzar”, precisó.

EL SECRETO DE SU FORTALEZA
A primera vista, la religiosa es una mujer frágil. Sin embargo, guarda un entusiasmo y fortaleza que contagian. Cuando se le pregunta de dónde saca esa capacidad de trabajar y persuadir a la gente, no duda en decir alegre que “de Jesús” y añade que una de sus grandes fortalezas para cumplir con su misión es rezar ante el sagrario, que contiene las hostias consagradas, 30 minutos por la mañana y otros 30 por la tarde. Este compromiso es una tradición de la congregación de esta religiosa, un hábito que sólo se entiende desde la fe. “Yo le digo que me dé la fuerza, conversamos, le digo que me ayude, que arreglemos cosas y de ahí saco mi fuerza”, expresó.    –
(Fuente: Diarioaustral de Los Ríos).

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