Anegada
en dolor, está María junto a la Cruz. Y Juan, con Ella. Pero se hace tarde, y
los judíos instan para que se quite al Señor de allí.
Después de haber obtenido de
Pilatos el permiso que la ley
romana exige para sepultar a los
condenados, “intervino entonces un hombre del Consejo Supremo de los judíos que
se llamaba José. Era un hombre bueno y justo que no había estado de acuerdo con
los actos ni planes de los otros. Este hombre de Arimatea, pueblo de Judea,
esperaba e reino de Dios”. (Lc 23:50-51)
“También vino Nicodemo, el que había
ido de noche a ver a Jesús. Trajo como 100 libras de mirra perfumada y áloe”.
(Jn 19: 39)
Ellos no eran conocidos públicamente
como discípulos del maestro; no se habían hallado en los grandes milagros, ni
le acompañaron en su entrada triunfal en Jerusalén. Ahora, en el momento malo,
cuando los demás han huído, no temen dar la cara por su Señor.
Entre los dos toman el cuerpo de
Jesús y lo dejan en manos de su Santísima Madre. Se renueva el dolor de María.
“¿A dónde se fue tu Amado? ¡Oh, la más bella de las mujeres! ¿A dónde se
dirigió tu Amado, para que lo busquemos contigo?”. (Cant 6: 1)
La Virgen Santísima es nuestra
Madre, y no queremos ni podemos dejarla sola.
No valgo nada, no puedo nada, no
tengo nada, no soy nada…. Pero, Tú has subido a la Cruz para que pueda
apropiarme de tus infinitos méritos. Y allí recojo también los merecimiento de
la Madre de Dios, y los de San José. Y me adueño de las virtudes de los santos
y de tantas almas entregadas… Luego, echo una miradita a mi vida, y digo:”¡ay,
Dios mío, esto es una noche llena de oscuridad! Sólo de vez en cuando brillan
unos puntos luminosos, por tu gran misericordia y por mi poca correspondencia…
Todo esto te ofrezco, Señor; no tengo otra cosa.
No admitas el desaliento en tu
apostolado. No fracasaste, como tampoco Cristo fracasó en la Cruz. ¡Animo!
Continuar contracorriente es posible, protegidos por le Corazón Materno y
Purísimo de la Señora: Santa María, eres mi refugio y mi fortaleza.
Tranquilo,
sereno… Dios tiene muy pocos amigos, en la tierra. No desees salir de éste
mundo. No rehúyas el peso de los días, aunque a veces se hagan muy largos.
Si quieres ser fiel, sé muy mariano. Nuestra
Madre no tuvo más corazón, ni más vida que la de Jesús. Acudamos a María con
tierna devoción de hijos, y Ella nos alcanzará la lealtad y abnegación que
pedimos.
Vino a salvar el mundo, y los suyos
le han negado ante Pilatos.
Nos enseñó el camino del bien, y lo
arrastran por la vía del Calvario.
Ha dado ejemplo en todo, y prefieren
a un ladrón homicida.
Nació
para perdonar, y, sin motivo, le condenan al suplicio.
Llegó
por senderos de paz, y le declaran la guerra.
Era
la Luz, y lo entregan en poder de las tinieblas.
Traía
Amor, y le pagan con odio.
Vino
para ser Rey, y le coronan de espinas.
Se
hizo siervo para liberarns del pecado, y le clavan en la Cruz.
Tomó
carne para darnos la Vida, y nosotros le recompensamos con la muerte.
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