miércoles, 3 de enero de 2007

María meditaba en su corazón todas estas palabras


(Zenit.org) El Concilio nos ha enseñado a mirar a María como la «figura» de la Iglesia, esto es, su ejemplo perfecto y su primicia. Pero ¿puede María servir de modelo a la Iglesia también en su título de «Madre de Dios» con el que es honrada este día? ¿Podemos llegar a ser madres de Cristo? Ello no sólo es posible, sino que algunos Padres de la Iglesia han llegado a decir que, sin esta imitación, el título de María sería inútil para uno: «¿De qué me sirve -decían- que Cristo haya nacido una vez de María en Belén, si no nace también por fe en mi alma?».
Jesús mismo inició esta aplicación a la Iglesia del título «Madre de Cristo», cuando declaró: «Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica» (Lc 8, 21). La liturgia del día nos presenta a María como la primera de quienes se convierten en madres de Cristo mediante la escucha atenta de su palabra. Ha elegido, de hecho, para esta Solemnidad, el pasaje evangélico donde está escrito que «María, por su parte, conservaba todas estas palabras, meditándolas en su corazón». Cómo es posible transformarse, en concreto, en madre de Cristo, lo explica el mismo Jesús: escuchando la Palabra y poniéndola en práctica.

ABORTOS ESPIRITUALES

Hay dos maternidades incompletas o dos tipos de interrupción de una maternidad. Una es la antigua y conocida del aborto. Tiene lugar cuando se concibe una vida pero no se da a luz porque, entretanto, por causas naturales o por el pecado de los hombres, el feto ha muerto. Hasta hace poco, éste era el único caso que se conocía de maternidad incompleta. Hoy se conoce otro que consiste, al contrario, en dar a luz un hijo sin haberlo concebido. Así ocurre con los niños concebidos en probetas e implantados, en un segundo momento, en el seno de la mujer, y en el caso desolador y triste del útero dado en préstamo para albergar, a veces bajo pago, vidas humanas concebidas en otro lugar. En este caso a quien la mujer da a luz no viene de ella, no es concebido «antes en el corazón que en el cuerpo». Lamentablemente, también en el plano espiritual existen estas dos tristes posibilidades. Concibe a Jesús, sin darle a luz, quien acoge la Palabra sin ponerla en práctica, quien continúa practicando un aborto espiritual tras otro, formulando propósitos de conversión que luego son sistemáticamente olvidados y abandonados a medio camino; quien se comporta hacia la Palabra como el observador apresurado que mira su rostro en el espejo y luego se marcha olvidando de inmediato como era (St 1, 23 24).
En resumen, quien tiene la fe, pero no tiene las obras. Al contrario, da a luz a Cristo sin haberle concebido quien realiza muchas obras, a veces también buenas, pero que no proceden del corazón, de amor por Dios y de recta intención, sino más bien de la costumbre, de la hipocresía, de la búsqueda de la propia gloria y del propio interés, o sencillamente de la satisfacción que da actuar. En suma, quien tiene las obras, pero no tiene la fe. Estos son los casos negativos, de una maternidad incompleta.
San Francisco de Asís nos describe el caso positivo de una verdadera y completa maternidad que nos asemeja a María: «Somos madres de Cristo -escribe- cuando lo llevamos en el corazón y en nuestro cuerpo por medio del divino amor y de la conciencia pura y sincera; lo generamos a través de las obras santas, ¡que deben brillar ante los demás para ejemplo!». Nosotros -viene a decir el santo- concebimos a Cristo cuando le amamos con sinceridad de corazón y con rectitud de conciencia, y le damos a luz cuando realizamos obras santas que lo manifiestan al mundo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo del aborto espiritual me pareció muy fuerte, pero bastante cierto. Quizá pasa mucho sin que realmente lo queramos; pero para evitarlo tal vez hay que meditarlo mejor y aumentar nuestra voluntad y amor a Dios.
Los quiere en Cristo, MJ

Anónimo dijo...

Hermanos, María es y seguirá siendo el más digno ejemplo de entrega y decisión al plan de DIOS, así como ella abrió su corazón, abramos el nuestro en este año que comienza, encomendándonos a nuestro Señor Jesucristo, para que como María, seamos dignos también de racibir la fortaleza y la humildad de poder por fín aceptar por completo a Cristo en nuestros corazones y que cada día nos propongamos solo por ese día, no realizar aborot s espirituales,

les ama en Cristo,

Carlos y Familia
Primero Dios nos veremos el 14 de enero.

Anónimo dijo...

Para ser un verdadero cristiano, es importante tomar la firme decisión de seguir a Cristo con todos los sacrificios que esto implique.

Anónimo dijo...

Hoy escuché una reflexión que fue directa a la médula: No hay más cristianos porque nosotros los cristianos no somos el fiel reflejo de Cristo para el mundo. Nos preocupamos demasiado de un sinnúmero de cosas y nos falta audacia para difundir el amor de Cristo a todo el mundo.
Roguemos al buen Dios que nos de la audacia de redimirnos primero nosotros mismos y mejorarnos, para después mostrar a Cristo a los demás.

Anónimo dijo...

La penitencia externa es un medio para la penitencia interior, que es mucho más difícil.
Modelar nuestro caracter o evitar cosas que nos gustan, pero que desagradan a Dios es mucho más difícil que dejar de comer algo que nos gustaría probar.
P.D.: de la misma meditación a la que se refiere Pablo...

Anónimo dijo...

Esa es la misión de todo cursillista (y de todo cristiano)
Predicar a Cristo con el testimonio, de palabra es muy fácil, lo que cuenta es predicar con el ejemplo de nuestra vida, las 24 horas del día.
bien nos decian en el colegio, que vale más un buen ejemplo que un buen consejo.

Bendiciones

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