La vida Cristiana es seguir a Cristo, y el secreto para ahondar en nuestra vida interior es “acompañarle tan de cerca, que vivamos como Él, como aquellos primeros doce, tan de cerca que con Él nos identifiquemos” (Mons. Escrivá de Balaguer).
Para meditar la Pasión de Cristo, se requiere orar para tener la Gracia necesaria para: poder sufrir el dolor de Amor que Cristo sufrió, y tener un Espíritu agradecido de que El nos ha rescatado con el precio de su Sangre.
Si
la Pasión de Cristo es camino de dolor también es la ruta de la Esperanza y la
Victoria segura. “Piensa que Dios te
quiere contento y que, si tú pones de tu parte lo que puedes, serás feliz, muy
feliz, felicísimo, aunque en ningún momento te falte la Cruz. Pero esa Cruz ya
no es un patíbulo, sino el trono desde el que reina Cristo. Y a su lado, su
Madre, Madre nuestra también. La Virgen Santa te alcanzará la fortaleza que
necesitas para marchar con decisión tras los pasos de su Hijo.” (Mons.
Escrivá de Balaguer).
Oración
Inicial.
Señor
mío y Dios mío,
bajo
la mirada amorosa de nuestra Madre,
nos
disponemos a acompañarte
por
el camino de dolor,
que
fue precio de nuestro rescate.
Queremos
sufrir todo lo que Tú sufriste,
ofrecerte
nuestro pobre corazón, contrito,
porque
eres inocente vas a morir por nosotros,
que
somos los únicos culpables.
Madre
mía, Virgen dolorosa,
ayúdame
a revivir aquellas horas amargas
que
tu Hijo quiso pasar en la tierra,
para
que nosotros, hechos un puñado de lodo,
viviésemos
al fin
en
la libertad y gloria de los hijos de Dios.
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